Lo escuchas todo el tiempo: para ser más feliz y tener más productividad, deberías encontrar el equilibrio entre tu vida personal y laboral. Sin embargo, ¿qué significa esto en la práctica?
Dedica un momento para imaginarte un día normal en el trabajo y en tu vida personal. Imaginemos que eres un padre o madre con horario de oficina y que, aun así, encuentras tiempo para preparar comidas saludables y descansar con tus hijos. El trabajo y la vida parecen estar claramente diferenciados en función del tiempo asignado a cada actividad, ¿cierto?
Pues no es así. La interconexión y la forma en que funciona nuestro cerebro hacen que está separación sea imposible. Los padres no pueden simplemente olvidar a sus hijos durante el horario de trabajo ni ignorar sus responsabilidades después de la hora de salida en su vida personal.
La vida personal y laboral
Para muchas personas, una carrera profesional próspera es una motivación potente que le da sentido a su vida mediante objetivos y sensación de satisfacción. Para otras personas, el trabajo es el medio para lograr los objetivos de su vida personal.
Existe un punto medio: en lugar de querer mantener separados el trabajo y la vida, que es un esfuerzo que puede conllevar ansiedad y estrés, ¿por qué no entrelazarlo todo? Sigue estas tres reglas para integrar sin problemas tu trabajo y tu vida personal.
Reconsidera tu trabajo
Es un hecho que independientemente de la profesión elegida, siempre habrá ventajas y desventajas derivadas, así como momentos agradables y desagradables en el lugar de trabajo.
¿No sería estupendo que la mayoría de las personas pudieran disfrutar de la profesión que eligieron y de su lugar de trabajo actual? Es más, ¿no estaría bien que sintieras un gusto o impulso natural por finalizar las tareas pendientes en lugar de que no querer ni pensar en cada tarea?
Empieza por analizar tu ocupación y trayectoria profesional para ver si te nutre y alimenta tu entusiasmo por sobresalir y crecer. Imaginemos que te contrataron en una editorial para labores de redacción. Si te gusta tu trabajo, es posible que tengas un interés natural por escribir desde que te despiertas.
Por otro lado, quizá odies tener que sentarte frente a una pantalla en blanco para escribir un nuevo texto. Esto no quiere decir que tengas que empezar a considerar un cambio de profesión. Por ahora, solo dedica un momento a evaluar lo que de verdad quiere tu corazón y la posibilidad de cambiar de enfoque a un nuevo camino profesional.
Con la motivación renovada, ciertamente puedes empezar a escribir y publicar todos los días. Los pequeños pasos que des a diario pueden servir para mucho si el objetivo es cambiar tu trayectoria profesional de dirección.
Cuando lo que haces te da satisfacción, el incluir el trabajo en tu vida personal con facilidad es un proceso agradable.
Acepta que no tiene nada de malo que te encante lo que haces
En algunos momentos, sentimos el impulso de trabajar en un proyecto emocionante en nuestro tiempo de vida personal, aunque sacrifiquemos nuestro buen merecido tiempo de los fines de semana o las vacaciones. Necesitamos descansar, pero también darles rienda suelta a nuestros deseos de superarnos y obtener logros. Algunas veces, sentirás un fuerte impulso y una potente fuerza vital que te urgen a invertir toda tu atención y esfuerzo. ¡Aprovéchalos!
También habrá otros momentos en que tu vida personal debe ser una prioridad. Por ejemplo, cuando un familiar necesita apoyo o tienes que cuidar de tu salud.
La integración implica no sentirte culpable cuando respondes correos tarde por la noche y cuando cierras algunos temas del trabajo después de pasar tiempo con tu familia o relajándote. Estos pocos minutos harán que el día siguiente sea más fácil y eficiente. Está bien que tu trabajo haga parte de tu vida familiar y que pienses en los problemas personales cuando estés en el trabajo.
Modula la energía
Intentar marcar un límite claro entre la vida personal y laboral exige mucho esfuerzo e implica mucho estrés. Las dos suelen entrelazarse, así que, en lugar de crear expectativas poco realistas, ¿por qué mejor no encuentras formas de recargar tu energía a lo largo del día?
Todos tenemos subidas y bajadas de energía, y momentos en los que vamos más tranquilos. No tiene nada de malo sentirnos con el ánimo bajo y sin motivación. Ya pasará.
Ser conscientes de cómo funciona nuestra energía nos ayuda a darnos cuenta de dónde estamos emocional, física y mentalmente.
En un artículo de McKinsey & Co, Gila Vadnai-Tolub explica que tenemos distintos modos de energía: física, mental, emocional y espiritual. Cada tipo nos da una forma singular de satisfacción, pero no podemos esperar tener un alto funcionamiento de todos los modos a todas horas.
Está bien darte cuenta mientras trabajas de que podrías necesitar un momento de ver un vídeo gracioso de YouTube para relajar el cerebro. Y, en casa, es posible que quieras pasar tiempo pensando en tu nuevo proyecto laboral.
Ser consciente de lo que necesitas a cada momento para obtener satisfacción emocional y energética te ayuda a unir la vida personal y laboral.
Vadnai-Tolub sugiere tres enfoques para aprovechar tus niveles de energía:
- Date el tiempo y el espacio para no siempre tener la energía alta. Está bien y deseable que dediques un tiempo a ir más lento y relajarte. ¡Entrégate a la pereza de vez en cuando!
- Elige ver lo bueno. Mantén la atención en lo que va bien en tu vida personal y laboral. Todos tenemos posibilidad de mejorar. No te lo tomes tan en serio, mejora lo que puedas y sigue avanzando hacia tus objetivos con optimismo.
- Potencia tu energía. Si trabajas todo el día en un escritorio, quizá puedas salir durante la hora del almuerzo y disfrutar del aire fresco e incluso puedes dedicar un tiempo a pensar o resolver los problemas personales. Además, puedes encontrar momentos de inspiración al dejar que tu mente se pierda en lo que valoras y amas de la vida.
La vida no tiene que ser rutinaria. Nuestra vida moderna requiere soluciones modernas. Esto quiere decir que es el momento de dejar de trazar líneas y crear divisiones en nuestra vida. Descubramos lo que nos gusta hacer… ¡y hagámoslo!